Ahora puedo decir que cada corazón oye la tormenta, las lágrimas que despierta y las pesadillas en las que entra, también sé que debemos andar, seguir hacia delante sin miedo a lo ocurrido, al presente, al futuro o a que una emoción no nos comprenda. No debemos esperar, adiós a la paciencia, a la fé, yo no necesito creer en nada para saber que existo, hasta siempre a los cazados y hasta nunca a los cazadores.
Yo sé que tengo fuerza, que rompo hasta la marea y que mi muro está derribado, aborden la mercancia caballeros, agarren cada pena y cada escapatoria fallida.
Sé que no puedes oirme, pero recuerda que yo tengo la voz atascada.