Quizás haya suertes complementarias, vidas suicidas que se complementan con miradas mágicamente antidepresivas o incluso, sueños recordados que se empapan de la pesadillas de un joven desconocido.
A lo mejor la vida es la secta de las casualidades, un pasaje reflejado de torpezas y derrumbes; de alegrías y juegos.
O puede que la vida sea una suerte imprevista que pocos valoran con el poder del azar.